Uno de los principales condicionantes a los que se enfrenta cada día un profesional que trabaja en el departamento comercial de una empresa es: su imprevisible rutina. En muchos casos, los profesionales de las ventas tienen bien planificada su agenda comercial y ésta, precisamente, les marca una gran cantidad de visitas a clientes a lo largo de una jornada.

Estas largas agendas comerciales llevan, en muchos casos, a prescindir de una buena comida casera en casa, y tener que echar mano de cualquier menú del día en un bar, restaurante o cafetería.

A continuación te damos algunas propuestas para conseguir que la dieta diaria sea lo más equilibrada posible si necesitas comer fuera de casa:

1.) Intenta no llegar a la hora de la comida del mediodía con el estómago demasiado vacío. La gran sensación de hambre puede hacernos caer en la ingesta de comidas muy copiosas y, por lo general, con alto contenido graso y calórico. Lo ideal es tomar un tentempié a media mañana compuesto, por ejemplo, por una tostada de pan natural, acompañada ésta de un café o un zumo de naranja. Este leve almuerzo nos permitirá llegar a la hora de la comida con menor sensación de hambre, lo que nos hará inclinarnos por un menú más sano y equilibrado.

2.) En la medida de lo posible, trata de evitar los restaurantes que sean tipo ‘bufet libre’. En este tipo de establecimientos, en los que pagas una cantidad fija y comes lo que quieras, es más fácil caer en la tentación de comer de más al ver todos los platos expuestos (y de forma muy apetitosa) en el área de bufet libre.

3.) ¡Huye del bocadillo! Aunque se trata de un manjar rápido y delicioso de ingerir, no debes comer un bocadillo a diario para acortar los tiempos de tus comidas. Los bocadillos tienen una alta carga calórica y, sin embargo, no sacian lo mismo que una buena ensalada y un segundo plato.

4.) Cuidado con las bebidas. Intenta que tu máxima cada día sea: ‘Hoy voy a pedir agua’. Aunque haga calor, y te sientas exhausto por la alta actividad a la que has estado expuesto durante toda la mañana, huye de la cerveza, del tinto de verano, y de los refrescos gaseosos. Ten en cuenta que, por cada una de estas latas de refresco, estarás ingiriendo una media de unas 150 calorías más con cada una de tus comidas. Recuerda que si pides una botella de agua, le ahorrarás a tu cuerpo todas esas calorías a la hora de comer.

5.) El pan y las salsas son tus enemigos. Todos sabemos que una coliflor está mucho más apetecible si le ponemos un poco de bechamel, o que unas judías verdades son más deliciosas con una cucharada de mayonesa…Pero no, en este caso, intenta comer todos los alimentos libres de salsas y siempre pídelos a la plancha, ni fritos, ni empanados, ni rebozados.

Con el pan has de llevar mucho cuidado pues en los restaurantes es fácil encontrar una panera repleta de exquisitos panes encima de la mesa. Si eres un fan incondicional del pan con las comidas, sería buena idea que le pidieras al camarero que lo retirara de tu vista. De esta forma, te ahorrarás muchas calorías mientras esperas a que llegue el primer plato a la mesa.

6.) Trata de no repetir plato. Una vez que has comido un primero y un segundo, tu estómago estará lo suficientemente repleto como para no seguir comiendo. No le des comida de más.

7.) Opta por los postres sanos y huye de los dulces (aunque éstos sean caseros). Si te has quedado con ganas de postre, no dudes en preguntarle al camarero cuáles son las frutas disponibles ese día. Una pieza de fruta te garantizará acabar con el deseo irrefrenable de dulce que te queda después de comer, y sin embargo, te aportará menos de la mitad de calorías que cualquier postre dulce que puedas pedir.

Recuerda siempre que el menú perfecto es aquel que combina las verduras, y las proteínas en forma de carne , pescado, o huevo. Algunos días sueltos podrás permitirte el privilegio de combinar las verduras con los hidratos de carbono (pasta o arroz), pero siempre que éstos carezcan de calóricas salsas o de grasos embutidos y carnes.

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